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domingo, 29 de diciembre de 2013

Nochevieja

En estas épocas de nostálgica navidad, donde el pasado llama tímido a la puerta y la vulnerabilidad la abre, permitiendo el paso desmedido de recuerdos que avivan la llama del sentir, el corazón se apodera de las entrañas. 


Otro año que echa el cierre y uno nuevo que festeja su propia abertura. Una inaguración donde no pueden faltar los mensajes, las bromas, las felicitaciones, las llamadas, los besos y los abrazos de amigos y familia. Donde no puedo evitar acordarme más de los que no están que de los presentes. Donde no puedo evitar acordarme de ti. Tu ausencia presente y constante. Un recuerdo efímero, ya que esta noche tampoco te la regalaré. La noche familiar toca su fin con el sonido agudo de unas copas que, repletas de champán, brindan por unos 365 días mejores que los anteriores y que se vacían llenando la ilusión de lo que está por llegar.

Mi deseo para el 2014 no se separa demasiado de la línea que marcaban los años que se han dejado atrás. Simplemente quiero tener a los míos cerca, seguir acumulando experiencias en mi piel, sensaciones en mi interior, recuerdos en mi memoria y sueños en mis pestañas. Me gustaría seguir avanzando, ganándole la partida a las agujas del reloj, y seguir creciendo como persona. Ojalá toda la gente a la que quiero, estén en mi día a día o no, sean felices o, al menos, luchen por serlo, y les vaya todo bien para hacerles el camino más llevadero. Seguro que este año es mejor que el anterior, puesto que la calidad de este viene marcada por la actitud que tengas frente a él, y la mía es innegociablemente la mejor. Esperanza, alegría, coraje, fuerza y ganas, muchas ganas. Otro año que me otorga la posibilidad de seguir descubriéndome, de seguir siendo yo; una oportunidad que no desperdiciaré por nada ni nadie.


martes, 24 de diciembre de 2013

En la esquina de la impotencia

 
Ganándose la vida en las carreteras de polígonos, vistiendo minifaldas y escotes que servían de cartera, botas hasta las caderas y melena suelta. La imagen de una mujer despampanante que entregaría su cuerpo al primero que pasara, ya fuera obrero, empresario u oficinista. Una ventanilla se bajaba y una mujer se subía. Aquel sudor evaporado nublaba su vista. Sus sueños estaban manchados por la lefa de aquellos hombres que no veían más allá de una vagina cuando la miraban, que gozaban al oír los gemidos fingidos que camuflaban la impotencia que nadie se paraba a escuchar. La miraban pero no la veían... No la escuchaban, tan solo la oían... Sintiéndose tan mierda que a pesar de tener un cuerpo de escándalo y un corazón enorme, cada vez cobraba menos a los hombres. Y ellos se aprovechan, las nalgas le azotaban, mientras le gritaban puta y le susurraban guarradas... Quizá si alguno se hubiera dejado 20 pavos más destinados a conversar, en vez de a follar, habrían podrido disfrutar de otra manera, más moral, haciéndole sonreír a aquella mujer buena, que se preocupaba por ganar monedas para que sus hijos tuvieran un hogar donde dormir y soñar. Un día más la realidad la golpeaba, maltrataba sus esperanzas y rompía a llorar, aunque pronto se recomponía pues sabía que de ella dependía que su familia tuviera un trozo de pan. Algún día esto cambiará, se repetía mientras seducía a otro tío más. Algún día él me mirará y me verá, me oirá y me escuchará, me tenderá su mano y de la calle, me sacará...

La transformación


Decidió no dejarse engañar más ni someterse a ese ritual idílico de cenas románticas, llamadas nocturnas y mensajes de buenos días, que siempre acababa mal. Elegió dar un vuelco a su vida, saltarse sus principios y convertirse en otra persona que sufriera menos y que disfrutara más. Acabó buscando otras pieles con las que cubrir sus complejos, otras miradas con las que sentirse indañable, otras manos que no regalaran caricias con las que enamorar sino que, simplemente, sirvieran para agarrarla fuerte en cada acercamiento sexual. Intentó curar sus heridas derramando sobre estas sudor ajeno, y esconder su tristeza bajo un maquillaje que dejaba clara cualquier intencionalidad. Pensó que bajo distintas sábanas podría esconder su frágil corazón y destapar aquella mujer que quería mostrar al mundo entero. Ya no era esa niña débil, tímida, enamoradiza y risueña que hacía cualquier cosa por el chico que amaba, ni aquella que sostenía el firme pensamiento de que para que alguien la hiciera suya, tendría que conocerla, interesarse por ella y cuidarla bien a diario. Esas ideas se evaporaron con las altas temperaturas a las que se sometía su cuerpo en cada encuentro de dos.

El magnetismo del riesgo

Cada gilipollas que se cruzaba en su camino la impulsaba más hacia los brazos de aquel hombre que le había demostrado lo increíble que era. Él siempre estaba allí, para halagarla, para preocuparse por ella, para animarla, para sacarle una sonrisa, para tratarla como se merecía, para respetarla, para hacerla sentir mujer... Aún no sabía cómo, pero ese hombre había llenado cada rincón de su cerebro con su esencia, perforándole el subconsciente con cada palabra que le dedicaba. Constantemente, tenía en mente su rostro, su figura, su deseo, sus ganas de ella... Y lo que empezó como un inocente juego acabó como una obsesión peligrosa que ponía en riesgo su vulnerabilidad. Estaba empezando a sentirse atada a la imagen de ese algo que no paraba de pensar en ella, de mimarla y de hacerla, cada día, un poco más suya. Ninguno de los dos se imaginarían hasta qué punto podrían llegar, pero si siguieran así, estarían en el camino de algo muy distinto que rompería barreras, prejuicios, límites e hipocresía. Estarían cerca de lograr algo grande. Ese deseo efímero y eterno con el que soñaban al anochecer...

sábado, 14 de diciembre de 2013

La chica de la moral distraída

Entre sábanas y gotas de sudor ajenas, intentaba ahogar el peso de las lágrimas. Con el cuerpo expuesto al público y el corazón guardado bajo llave pues, si algo había sacado en claro la última vez, es que pasaría mucho tiempo hasta que alguien fuera realmente capaz de valorarlo. Ni caricias de amor, ni besos de despedida, ni temor, ni heridas. Eso ya no tenía cabida en su nueva vida, la cual se estaba construyendo sobre los cimientos de la cobardía segura, al menos hasta encontrar al arquitecto de sueños adecuado. 

En la oscuridad de la noche hallaba la luz, y en la luz del día hallaba la oscuridad. Por eso, dormía de día y vivía de noche. Cuando las almas solitarias danzaban por las calles con un triste vals salía en busca de su pareja de baile. Se convertía en la bailarina por excelencia cuando se calzaba los tacones de la autoestima. La chica de la moral distraída salía otra madrugada con la esperanza vaga de curar con alcohol sus cicatrices. Buscaba traviesa la mirada de aquel hombre que la hiciera suya esa noche y ninguna más. Un seductor compulsivo. De esos que liga con cientos de mujeres sin recordar nombres ni apuntar teléfonos, haciéndoles saber lo que quiere de cada una de ellas y dejándoles las cosas claras cuando terminaba de subirse los pantalones. Su mirada se cruzó, entonces, con la de un hombre que la observaba fijamente, en la lejanía de la barra del bar, con gesto duro, frío, impasible, que captaba la atención de aquella niña que decidió ser mujer durante unas horas. Pocas palabras y unos ojos, que se clavan hasta taladrarla el inconsciente, bastaron como acercamiento. Unas escaleras que se bajaban, una puerta que se abría y otra que se cerraba tras ellos. Aquellas embestidas agitaban su cuerpo y distorsionaban su autoperspectiva, con la mente confusa y la mirada nublada; cerrar los ojos de poco servía ya. Minutos después, el placer aplacó su malestar... cada pensamiento negativo se iba desvaneciendo a la par que ella iba siendo soltada por aquellos brazos que solo servían para sujetarla unos instantes. Un silencio sordo resonaba en aquel baño cuando él ya se había marchado sin dejar rastro. Ella se miró al espejo sin encontrarse. Solo veía el reflejo de la chica de la moral distraída allí, otra noche, sola, en el baño de un local nocturno...

viernes, 8 de noviembre de 2013

Te odio queriéndote



Y aunque intente aparentar que no me molesta, me destroza tu indiferencia. No existe arma más dañina que esa, no la indiferencia, sino TU INDEFERENCIA. Me hiere y ni siquiera así consigo dejar de ir tras de ti. Mi actitud sobrepasa el límite de lo absurdo. Y no sé qué es peor… menudos estamos hechos. Lo nuestro es la historia interminablemente terminada. Lo nuestro, o lo mío, solamente. Ya no sé ni qué pensar. Solo sé que contigo es una de cal y otra de arena, y por esa maldita arena aquí sigo, intentando profundizar en el mar de tus ojos. Ojalá abrieras un resquicio de tu alma y me dejaras entrar. Te prometo que no te la descolocaría, tampoco te cambiaría cosa alguna ni me llevaría ni te dejaría nada, tan solo echaría un vistazo a ver si consigo una pista que me permita seguir las huellas de tu impenetrable corazón. Pero eso es tan improbable como mirarte a los ojos sin sentir… Llevo años conviviendo con la dura idea de que eres  imposible tanto como ser el motivo de tu sonrisa... Y el caso es que no me acostumbro. Dame tiempo pues  soy de aprendizaje lento y de sentimientos fuertes. Verdaderos como los que más. Además, me provocas dulces muertes emocionales que me hacen sentir viva, ¿irónico, no?. Quizá estúpido. Sí, quizá sea más esto último. No puedo evitarlo… Me ilusionas, me desilusionas, me alegras, me entristeces, me alivias, me perturbas, me buscas, me ignoras. Torbellino sentimental de alto nivel. En eso eres bueno, ¿eh?. Realmente bueno… Tal vez esa puta incertidumbre sea lo que me ata, sin cuerdas, a ti. 

Solo puedo decirte que eres el dolor más bonito de mi vida.



Te odio queriéndote 


viernes, 25 de octubre de 2013

Antes de que sea tarde...

No entiendo cómo te enamoraste de alguien que se alimenta de carencias, que sueña con desvelos, que vive de pequeñas muertes emocionales... de alguien que se llena de vacíos, de alguien que se acuesta con la primera duda que pasa... No sé por qué te fijaste en estas pestañas que solo conservan sueños perdidos y unos ojos dueños de lo que nunca fue mío... 

Intento comprenderlo, pero ¿cómo te ibas a detener en este alma solitaria que tiene a la luna por musa, que canta a las estrellas con el vago deseo de enamorarlas porque sabe que es imposible...? ¿Por qué pusiste tu mirada en esta loca que pregunta al silencio y responde al eco de su voz...? ¿Qué te hizo preso de unos labios cobardes, de un espíritu mezquino, de una oveja negra?

Tu amor por mí es el acertijo que no se resuelve, la adivinanza que no se adivina, el misterio que no se descubre... La lógica y la coherencia se esfuman cuando pronuncias mi nombre con tus labios. No juegues. No te hagas daño. Ten cuidado con los arañazos de este corazón astillado... Nunca podrás alcanzar la esencia de esta mujer inestablemente estable. Aléjate antes de que esa tarde y te veas atrapado entre las luces y sombras que guían mi rumbo. Si sigues mi camino y te arriesgas a dormir en la misma cama que yo, no te martirices preguntándote por qué las noches te parecen tan frías... la culpa no es del tiempo que hace fuera, sino de la temperatura interior de quien duerme a tu lado...

jueves, 3 de octubre de 2013

E[LL]A

El reloj de su existencia avanzaba otro año más y se paraba a pensar en los diecinueve anteriores. Era consciente de lo que había madurado en estos años. Sabía perfectamente las numerosas transformaciones que había sufrido su ser, algunas veces porque ella así lo quería y otras veces porque la vida le obligó a cambiar. Y, poco a poco, se fue formando la gran mujer que es a día de hoy. Pasó de la extrema timidez a la agradable extroversión. Pasó de hablar en voz baja a alzar la voz sin ningún temor. Pasó de plasmar los ojos en el suelo a fijar la vista al frente. Pasó de las dudas a las certezas, obviendo los resquicios de la inseguridad que siempre le hacían compañía. Pasó de la fragilidad a la dureza, pues los golpes la hicieron más fuerte; era capaz de resistirlo todo, mejor o peor, pero siempre salía adelante y se mostraba como un ejemplo a seguir. Pasó del "me gustaría" al "voy a hacerlo". Se fue transformando. Una metamorfosis tan bella como la de la oruga que se convierte en mariposa. Y ahora, vuela libre, abre sus alas sin miedo, se ve hermosa porque lo es y lo sabe, quien de verdad sabe mirarla, lo sabe. Por fuera y por dentro desprende una belleza única. Juega con ella. Divierte y se divierte, gusta y se gusta. Una mujer de los pies a la cabeza con corazón de niña. La inocencia va ligada a su mirada. La superación va unida a su sonrisa. La bondad va pegada a su piel. Un ejemplo de trabajo, constancia, esfuerzo, humildad y superación. Un espejo en el que mirarse. Una persona a la que imitar. Fiel consejera. Amiga de sus amigos. Cariñosa con quien lo merece. Respetuosa con quien se lo gana. Buena hasta con quien no debería. Así es ella. ¿Quién? Os preguntaréis... Ella, simplemente ELLA.


jueves, 12 de septiembre de 2013

Relato en la estación

Andaba con prisas por la acera cuando le vislumbró a lo lejos. El mundo se paró en ese instante. Nada de lo exterior le robaba un segundo de su atención, ya que solo escuchaba el latido de su corazón, que bombeaba sangre veloz,  golpeando sin piedad el pecho como si lo que más quisiera en ese momento fuera salir de ahí y correr hacia él, pues ese era su sitio realmente; donde estaba él, estaba su corazón.



Segundos después, el mundo volvía a ponerse en marcha y vio que se le escapaba de su alcance, así que bajó nerviosa las escaleras, titubeando tras cada escalón, rezando por no tropezar. Tres, dos, uno y salto para llegar antes al suelo. Las piernas le flojeaban. La emoción la invadía. La respiración le faltaba. Avanzaba lo más rápido que podía mientras le veía en la otra acera, a la par que ella. Entró en la estación y ella detrás. Cerca. Muy cerca. Detrás. Ya podía oler su perfume. Y de pronto, la paz. La tranquilidad que solo alcanzaba cuando le tenía cerca. Cuando era suyo. Cuando estaba ahí, a su lado. Él bajaba las escaleras mecánicas y ella sonreía, bajándolas tras él, con la seguridad de saber que esta vez no se le escaparía. Pasó el billete y ni se dió cuenta de que a su lado estaba ella, quizás la música de sus cascos le retumbaba en la cabeza haciéndole viajar por un mar infinito de pensamientos que solo él podía saber. De nuevo, las escaleras mecánicas, hacia arriba esta vez. Mismo ritual: ella detrás de él, hasta que por fin se atrevió a dar el paso. Le adelantó por la izquierda, le miró de reojo tímidamente y con una voz suave y cálida le saludó. Sus miradas se cruzaron.

Volvían a encontrarse allí. Distinto día, mismo lugar. Se colocó un escalón por encima de él mientras se quitaba los cascos, unos segundos mirándose bastaron para que los sentimientos pasados se hicieran presentes. Dos besos dados a cámara lenta, dos narices rozándose sin querer y dos sonrisas que se manifestaban nerviosas. Distinta época, mismo sentimiento. Se vio obligada a iniciar la conversación puesto que a él se le atrangantaban las palabras; se limitaba a mirarla boquiabierto con una media sonrisa en los labios, y ella que se daba cuenta, no paraba de temblar y de sentir la debilidad de sus piernas tras cada paso que tenía que dar. Cada vez que le miraba a la cara, su corazón subía una velocidad. Le faltaba el aire, así que tenía que limitarse a utilizar frases cortas y a pensar en que tenía que tranquilizarse a la par que pensaba de qué le podía hablar. Tras unos minutos, la situación pareció normalizarse y el monólogo pasó a convertirse en una de las mejores conversaciones que había tenido con él en todo este tiempo. El tren paró y ambos subieron hasta ocupar los asientos que más intimidad aportaban al momento.

Dentro del tren, algo estaba sucediendo, o al menos, en eso pensaba ella (se está preocupando por mí, muestra interés en cómo estoy, se está abriendo, se expresa, me cuenta cosas sobre él aunque su atención está totalmente enfocada en mí, me dice cosas bonitas que jamás me había dicho, está encantador, amable, parece que no quiere irse, está realmente cómodo...). 
Llegaba la hora de bajar del tren, me atrevería a decir que, por primera vez, él era el que no quería acabar con ese momento, pero todo tiene un fin y su parada había llegado. Se despidieron, dos besos pausados en las mejillas y una mano que descendía por su brazo hasta cogerle de la mano y luego soltar para dejarle ir, otra vez. Bajó y sus ojos volvieron a encontrarse, él en el suelo, ella allí subida y sus miradas fijas en las pupilas del otro, viendo como,
lamentablemente, se volvían a distanciar, pero con el presentimiento de que el destino les volvería a juntar en cualquier momento...

sábado, 31 de agosto de 2013

Mantente firme

Conseguí dejar de pensarte. Conseguí dejar de buscarte. Conseguí dejar de escribirte. Conseguí dejar hablarte. Conseguí dejar de soñarte. Conseguí dejar de amarte. Pero una sola pregunta hizo que algo se removiera en mi interior y desde entonces, que todo eso que había conseguido me diera vueltas por la cabeza y me dejara echa un lío, pensativa como siempre... Y cuando me pregunté si debia preocuparme por lo que una simple e inofensiva pregunta generó durante horas en mí, me di cuenta de que eso solo me demuestra que fue real, que fue sincero, que fue especial y que fue único. Que lo que me remueve por dentro es fruto de los recuerdos de lo que fue, de lo que fuimos... y que no hay que temer el enfrentarse a esta sensación. Los recuerdos siguen vivos en mí, pero el amor murió. El pasado está para aprender de él. Incluso, podemos detenernos un rato en él, jugar con cuidado y disfrutar de las cosas que nunca serán como antes, pero siempre con precaución, sin dejarse atrapar, sin parar de avanzar. Todo cambia. Todo está en continua transformación. Nosotros, los de antes, éramos distintos a todo, a todos, incluso a los que hoy somos. Ahora tú y yo. Dos personas. Dos. ¿Qué importa lo de antes?. Las cosas son como son. Ahora. Hoy. En el presente. Y eso es lo importante, al fin y al cabo. Así que, espero que tú también consiguieras todo lo que yo, si te hacía falta, porque si no es así, quizá si que debería preocuparme porque la respuesta a esa pregunta podría variar... Haznos un favor y mantente firme.

martes, 27 de agosto de 2013

Be your own hero

Mírate. Tienes toda una vida por delante para disfrutar y prefieres estar tirada en la cama comiéndote la cabeza por tonterías. Quizás ahora te parezcan un drama, pero cuando haya pasado un tiempo y eches la vista atrás, te darás cuenta de que perdiste el tiempo, que hiciste de un grano de arena una montaña y que humedeciste demasiadas noches en vano tu almohada. Entonces sonreirás y pensarás "qué idiota fui". Por eso, antes de que llegue ese momento, lávate la cara, obsérvate en el espejo y fuérzate a sonreír. Maravíllate con tu reflejo. La vida es breve, así que no te detengas en los momentos tristes, en las noches de soledad, en las palabra que no se dijeron, en las oportunidades perdidas ni en los recuerdos dañinos. Si quieres echar una mirada al pasado, perfecto. Detente en los instantes de felicidad que tuviste. Ríete a carcajadas con las estupideces que hiciste. Rememora los mejores días de tu vida. El pasado está para aprender de él, para permanecer allí durante un rato y al poco tiempo salir para no quedarse encerrado en él porque si te dejas atrapar te costará el triple volver al presente, y mucho más te costará conseguir un buen futuro. Fuera miedos, fuera complejos, fuera dudas. Ahora arréglate, ponte tus mejores galas o lo más sencillo que tengas, lo importante es tu actitud. Peínate. Sal a comerte el mundo. Nadie puede contigo aunque ahora lo dudes. Hay algo dentro de ti que te hace ser especial. Busca ese algo y explótalo. 
No necesitas un cuerpo diez,
ni un escotazo, ni un culo perfecto, 
tampoco unos ojos azules cristalinos 
ni un cabello largo y brillante. 
Necesitas ser tú, la mejor versión de ti.
Encontrarla y mostrársela al mundo. 
El día que te sepas valorar, el mundo empezará a respetarte. 
Ama el día a día,
ama la vida, ámate a ti.

Un anhelo constante

Algo puntual hace que la indiferencia se convierta en casi una obsesión. Él te elige entre la multitud y tú le eliges a él. De pronto os miráis como nunca y para siempre, de una forma especial; te das cuenta de que nada será igual. Algo se acciona dentro de ti, sabiendo que jamás te volverás a comportar con él de forma neutral. Te ha marcado. Fuerte. Rápido. Profundo. Casi sin querer, pero con la mayor de las intenciones. Surge la magia. La impulsividad y la paciencia, el riesgo y la prudencia, las ganas y el miedo, el deseo y el pavor, la seguridad y el temor, se compenetran como el día y la noche, como la luz y la oscuridad, como el fuego y el hielo, como el sol y la luna, como el cielo y el infierno. Todo cobra sentido cuando vuestras miradas se cruzan guidas por el deseo de encontrar lo que os hace feliz. Esa persona que consigue sacarte de golpe de la rutina, guiándote por el sendero de la curiosidad hasta el abismo de lo prohibido, de aquello que no está bien. Error. Mayor atracción aún. Lo deseas más que nunca. No sabes si te pone más su figura real o la idea abstracta de que no puedes poseerlo por mucho que quieras, por mucho que él quiera. Y el juego se empieza a hacer peligroso. La confusión, las dudas, el temor y la inseguridad se mezclan para intentar poner fin a algo que quizá nunca debió empezar. Pero hay algo entre los dos que no se puede frenar. Algo imparable os empuja a buscaros como si no hubiera mañana. Y el momento se hace íntimo. El entorno y el ambiente son los idóneos para la ocasión. El acercamiento inofensivo, el cariño manifiesto, las miradas declarativas, las sonrisas juguetonas y la palabrería intencionada os llevan a estar cerca el uno del otro. Muy cerca. Un poco más. A escasos centímetros de distancia. Y de nuevo el recuerdo de ese algo. Otra vez la maldita barrera que impide sobrepasar el límite. Os dais cuenta. Unos segundos dubitativos tras los que las miradas chispeantes se apagan hasta quedar fijadas en el suelo. Obligados y disimulando, os separáis sin apenas hacer ruido. Entonces os despedís, sin hablar, pues no os hace falta el lenguaje verbal para entenderos. Solo os miráis. Fijamente. Socabando el alma y descifrándola con facilidad. La puerta se cierra. Él, dentro, apoyado en ella. Tú, fuera, dejada caer sobre la misma. Un suspiro doble. Un pensamiento mutuo. Una resignación duradera. Una nostalgia eterna...



viernes, 23 de agosto de 2013

The change



¿Y si te digo que donde había el nerviosismo del que se ilusiona ya solo queda la tranquilidad del que asume?¿Y si te digo que donde había un secreto de dos ya solo queda una verdad pública? Y yo pregunto... ¿cómo es posible pasar de tanto a tan poco? ¿cúal es la forma de dar ese paso de casi todo a casi nada? Y es que, por raro que parezca, todo se esfumó. No sé qué fue lo que hizo que esto fuera así, pero lo agradezco porque con el paso del tiempo, cambié la tristeza por la felicidad, la nostalgia por la alegría, las noches en vela por eternas horas de descanso. Cambié el buscarte a cada minuto por el no pensarte en horas, el escribirte en persona por hacerlo en folios. Cambié llamarte por no pronunciar tu nombre siquiera. Cambié como cambia la vida, como cambian las cosas, como cambiamos las personas... por necesidad.

sábado, 20 de julio de 2013

Que te vaya mal

No. No te deseo lo mejor. Ojalá te vaya mal. Ojalá te des cuenta de lo que has perdido y te hartes de llorar. Ojalá pases por un mal momento y no tengas un hombro en el que apoyarte. Ojalá sigas con tu mentalidad negativa y tu baja autoestima y nadie se empeñe por ayudarte a cambiarlo para hacerte un poco más feliz. Ojalá cuando beses a otra me tengas en mente, que cuando la acaricies pienses que es mi cuerpo y que cuando te la folles no disfrutes.



Ojalá te maldigas por no haberme sabido valorar y vuelvas a llorar.Ojalá te arrepientas y cuando vuelvas yo ya no esté para ti. Ojalá te arrastres en vano y pierdas la dignidad para nada. Ojalá madures y veas lo gilipollas que has podido ser y vuelvas a llorar cada noche hasta quedarte dormido. Ojalá alguien te haga pasar por lo que tú me haces pasar.  Ojalá el dolor te apuñale el corazón cada vez que pienses lo mal que lo hiciste. Y llores y sigas llorando y vuelvas a llorar... Ojalá.






Te odio pero más a mí

Te odio pero más me odio a mí. Me odio por darte una segunda oportunidad después de dejarme por otra de esa forma. Me odio por querer confiar en ti. Me odio por estar absurda y completamente enamorada de ti y por hacértelo saber. Me odio por demostrarte en los momentos más difíciles que seguía ahí por y para ti. Me odio por no escuchar al resto y hacer caso al estúpido corazón. Me odio por no ser realista y dejarme llevar por este puto sentimiento. Me odio por estar tan ciega, o tan enamorada, lo mismo da. Me odio por ser tan vulnerable contigo. Me odio por depositar en ti mis ilusiones, mis esperanzas, mis mayores deseos y mi felicidad. Me odio por la cantidad de veces que he dejado de ser yo para ser un poco más tú. Me odio por creerme tu perfección, por vivir tan engañada. Me odio por no haberlo parado antes. Me odio por seguir escribiéndote...

Dicen que del dolor salen las mejores letras. No sé si estas gustarán o si serán buenas o si marcarán a alguien que también se sienta identificado. No pretendo que agrade a nadie. Simplemente necesitaba desahogarme porque mientras yo estoy jodida, él está durmiendo. 

Me odio. Te odio. Nos odio.


 

lunes, 24 de junio de 2013

Los polos semejantes también se atraen


Ella era la clásica chica dura hecha de un material semejante al de las rocas. Sus palabras eran inhirientes cada vez que se lo proponía. Nada estaba a su altura, ni con tacones de 15 cm podían hacerle sombra. Era distinta al resto. Gélida como un glacial, temperamental y testaruda como buena tauro, directa como una bala, una mezcla peligrosa como la del agua y la electricidad. Esa chica que llevaba como lema: "¿Amor? prefiero vodka" y que se reía de esos idiotas enamorados que no podían vivir el uno sin el otro. Pero, de repente, casi sin darse cuenta, entró en su vida la persona idónea que le hizo ser mejor persona. ¿Quién le diría que acabaría locamente enamorada?. Es el encanto del amor. Capaz de juntar a la personas más dispares, de formar las parejas más extrañas, de endulzar la vida y de darle un color especial al día a día. Ella le miraba embobada con la sonrisa de la bella durmiente pues solo se le despertaba cuando él la besaba. El roce de sus labios provocaba un torbellino de emociones que arrasaba con las dudas y los temores rápidamente. Por eso quizás era tan adicta. Quería esnifar el olor de cada poro de su piel, pincharse cada te quiero que le dedicó, beberse a morro su boca cuando esta pedía más y más, fumarse los gemidos que en la noche despertaban... quería todo de él, le deseaba más que a su propia vida.


Pero él no era fácil, dependía de su independencia. Solo la soledad le acompañaba en cada viaje. Chico escurridizo que se escapaba como el agua entre las manos. Paso firme y mirada al frente como rasgos distintivos. Único entre lo común. Tan individualista que su palabra favorita la formabam la "y" y la "o". Alguien que no se dejaba atrapar bajo ninguna circunstancia. La dificultad de viajar a su corazón se comparaba con la poner un pie en la luna, pero ella... Ella era el universo para él. La estrella que siempre veía cuando miraba al cielo, el reflejo de la luna en el cristal de su ventana, la suave brisa que le acariciaba cada madrugada. Y es que, era ella la chica de sus sueños, aquella por la que perdía la cabeza, de la que dependía y con la que deseaba compartir su soledad para sentirse libre. 

Y sin saber por qué, el destino les cruzó otorgándoles la oportunidad para estar juntos. La experiencia de amar y de ser amados les transformó, formando así una pareja por la que nadie habría dado un duro. Y es que, es ahí donde reside la magia. ¿Quién dijo que solo los polos opuestos se atraen?. 

 

lunes, 13 de mayo de 2013

Te busco

 










Te busco en las miradas de la gente,
en el tráfico, entre los coches.
Te busco entre el ruido ensordecedor de la urbe,
detrás de las esquinas, 
debajo de las hojas de otoño que, vencidas, caen al suelo.
Te busco en el verde esperanza de los semáforos,
en los pasos de cebras, en los parques, y en las aceras.
Pero no te encuentro...

Te busco en los deseos que en cumpleaños pedí,
en los imposibles, y en los posibles si cabe. 
Te busco en los suspiros frente a la ventana,
entre los granos del gotelé de mi habitación,
en la soledad que guardan las paredes de esta.
Te busco en los cajones ocultos, 
en los rincones mágicos.
Te busco en los sueños de cada noche,
en las estrellas del cielo, por si colgaras de alguna.
Pero no te encuentro...

Te busco en las sombras de mis pasos,
en los caminos que ya recorrí y en los futuros,
en el allí, en el aquí y en el ahí.
Te busco en aquello que fui,
en lo que fuiste para mí, 
en lo que si quieres, y solo si tú quieres, serás.
Pero no te encuentro...

Te busco dentro de mí,
en mi sonrisa hoy ausente,
en mis ojos llorosos, débiles, cristalinos.
Te busco en mi riego sanguíneo,
en mi silencioso pulso, en mis mudas palpitaciones,
en mi dolor y en mi sufrimiento,
en mi condena,
en mi soledad y mi nostalgia.
Te busco y te encuentro...

miércoles, 1 de mayo de 2013

Colgando de ti

Se secó la tinta de la pluma con la que te escribía los versos más bellos. Se detuvieron las agujas del reloj, que avanzaba presto, en tu última palabra. Se me quebró la voz desde que no oigo la tuya, pues mis cuerdas vocales no encuentran los sonidos adecuados con los que describir cómo me siento. Se marchitó la esperanza con la que aguardaba cada noche un mensaje tuyo que no llegó, ese teléfono que nunca sonó... Se disiparon las ilusiones y las alegrías, se apagó la luz con que brillaban mis ojos. Infinita oscuridad...

Hoy te escribo con las lágrimas de mis ojos, con el frío de mi cuerpo, con el temblor de mis labios, con los pedazos de mi corazón, con las cenizas de la llama que se apagó en el fuego que se creía eterno. No tengo más que unos renglones torcidos aunque sinceros que regalarte, donde suplico por verte una última vez, al menos. Donde pido que aún no te hayas ido, no sin antes avisarme. Donde ruego que todo haya sido un malentendido, una pesadilla de la que poder despertar para volver a soñar contigo, a tu lado. Valiente ilusión...

Desde el silencio te espero, te anhelo, te extraño, te echo de menos. El mundo se ha vuelto un poco peor desde que no lo puedo mirar con tus pupilas. Solo veo en blanco y negro, dos colores que reflejan los recuerdos pues solo para ellos tengo ojos ya. Incluso el canto de los pájaros me molesta, un ruido ensordecedor que atormeta mi calma. Esa paz que solo alcanzo cuando pienso en nosotros. Un determinante que me da la vida a la par que me la quita, pues nada me queda si me separo de ti. Melancolía y nostalgia se han colado por los rincones más recónditos de mi piel calándome los huesos. Por eso este frío, este dolor, este daño gratuito. Injusto sufrimiento...


sábado, 27 de abril de 2013

Simplemente, ojalá

Con ver una foto tuya me basta para darme cuenta de lo que provocas en mí. Es increíble. ¿Cómo es posible causar tantas emociones con tan poco? Dejas sin preguntas a mis respuestas. Me fascina tu pelo, tu mirada, tu nariz, tu boca, tus brazos, tu cuerpo... tú entero me maravillas. Tan perfecto que asustas. 

Cuando te veo, cuando te miro, cuando nuestras miradas se cruzan y se mantienen durante unos instantes, instantes que se hacen eternos pues me pierdo en el marrón de tus ojos, y no me encuentro hasta que el sonido de tu voz sale de tus labios, entonces los observo y allí me vuelvo a perder entre vanos deseos y locas esperanzas, entre preguntas de "¿y si...?", entre ruegos y súplicas, entre la nostalgia y la ilusión de poder rozarlos durante unos segundos tan solo... Entonces sonríes y un haz de luz sale, iluminando mi mirada. Sin aliento, con el aire justo para no desplomarme frente a ti, te devuelvo la sonrisa, ese tipo de sonrisa que confiesa la pureza de un sentimiento, el cual no sabría definir ahora, pero que me encanta sentir. Y así, una y otra vez, desde hace mucho tiempo. ¿Cómo lo haces?. Eres una debilidad para mí, algo a lo que no podría rechazar, independientemente de las circunstancias. 

Y, es que, es tan fácil soñar... y tan bonito cuando lo hago contigo, que me resulta tremendamente complicado no hacerlo. Disfruto con tu presencia y eso, a día de hoy, no lo puedo negar. Ojalá algún día... simplemente, ojalá


martes, 2 de abril de 2013

Va por ellos

No sé exactamente qué hace que una amistad perdure. Supongo que es cuestión de que las dos personas realmente lo quieran así. Todos nos hemos llevado chascos alguna vez porque queríamos seguir manteniendo una relación, pero esta se va desmoronando conforme pasan los días, o bien, de repente un día se esfuma. Que si "a ver si nos vemos", que si "un día de estos quedamos", que si "no escuché tu llamada", que si "no leí tu mensaje", que si "tengo muchas cosas que hacer", y como estas, cientas de situaciones más... Y la verdad es que más de una vez lo he pasado mal dejando en el pasado a ciertas amistades, ya que no tenían futuro. ¿Por qué?. Simplemente lo sabes. Algo dentro de ti te dice que eso acabará... y así es. Y, también, más de una vez he tenido que hacer de tripas corazón para no coger demasiado cariño a una persona con la que sabía que no iba a llegar lejos, aunque esta es la parte más complicada, cuando intentas querer con el freno de mano echado.Y es que, por mucho que me diga "tienes que ser más fría para evitar coger tanto cariño a las personas" me cuesta bastante. 
A pesar de esto (que nos ha pasado a todos en algún momento) yo al menos les guardo un sitio en mi corazón a todos aquellos que, aunque fuera durante un día, formaron parte de mi vida y que, aunque fuera durante una hora estuvieron conmigo. A todos aquellos que, al fin y al cabo, me demostraron que eran especiales y que eran quienes debían cruzarse en mi camino para aprender algo nuevo que a día de hoy forma parte de mí. Por este motivo precisamente no guardo ningún tipo de rencor hacia nadie, faltaría más, en todo caso les guardaría nostalgia porque siempre da pena dejar a un lado a quien cogiste cariño en su día.
Así que ya me limito a disfrutar de aquellos que me dedican su tiempo e intento darles la mejor versión de mí. Así, si algún día se tiene que acabar, se quedarán con un bonito recuerdo. 



Hoy, estas palabras va por todas aquellas personas que se quedaron atrás en el camino y por aquellas otras que lo irán haciendo. Siempre me acordaré de vosotros, ya que no me olvido de quien algún día estuvo ahí, a mi lado, escuchándome, ayudándome o, simplemente, sacándome una sonrisa.

sábado, 30 de marzo de 2013

Siempre se te dio bien eso de amar

Me alegra verte feliz. Me compensa saber lo a gusto que estás con esa chica a pesar de que para ello tuviéramos que alejarnos. Ambos sabíamos que yo no podría corresponderte más que como amiga y que eso, en un principio, parecía bastar pero que, según pasaban los meses, se iba hacia más insostenible, hasta llegar a ese punto en el que había que tomar una decisión. Entre la espada y la pared. El amor o la amistad. Yo, pidiéndote lo segundo, y tú, suplicando lo primero. Sabíamos que nada se podía hacer... ¿Cómo se finge amor? ¿Cómo se empieza una relación cuando realmente no quieres? ¿Cómo se mantiene una amistad cuando lo que se siente es pasión? Una situación difícilmente sostenible. Dos personas que se querían, cada una a su modo, y que se estaban haciendo daño casi sin querer. Y así, tras siete años te alejaste de mí. Yo lo comprendí y, también, con todo el dolor de mi corazón me fui distanciando, dejándote el tiempo y el espacio necesarios para que pudieras olvidarte de mí. Sin duda, una de las decisiones más complicadas de mi vida. ¿Hay una prueba de amor más real que esa? Alejarte de alguien a quien haces daño para intentar que esa persona pueda volver a ser feliz... Así lo pensamos y así lo hicimos.


Y ahora míramos. ¿Cuántos años han podido pasar? No lo sé. No le encuentro sentido a contar los años que llevas sin alguien...   El caso es que tú estás feliz con una chica a la que amas con locura, que te corresponde de igual forma, a la que le entregas todo lo que puedes con tal de verla sonreír, a la que cuidas, a la que proteges, a la que pones por encima de cualquier cosa. Y yo... yo me alegro porque así sea. Quizás no se te daba muy bien el fútbol, ni la escritura, ni la música, pero hay algo que desde que te conocí supe que se te daba bien: amar.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Primer beso

Te besaré como si nunca te hubieran besado. De hecho, mi beso será tu primer beso porque te habrán podido besar apasionadamente, suavemente, salvajemente, mordiéndote el labio, besándote el superior, besándote el inferior, jugando con tu lengua, de mil formas distintas, pero ¿sabes qué? yo te besaré con los abrazos que nunca te di, con las palabras que nunca te dije, con los ojos con los que nunca te miré, con las horas que no estuve a tu lado, con los kilómetros que nos separaron... Te besaré con todo mi ser; es más, será mi alma quien te bese. Y ese será el primer beso de los infinitos que te daré pues tenemos toda la vida para ello. Hasta que la eternidad nos separe...



~NO TE BESARÉ CON LOS LABIOS, TE BESARÉ CON EL CORAZÓN~

miércoles, 27 de febrero de 2013

Hasta el fin


Me follaré tus incertidumbres hasta que se conviertan en certezas. Te arrancaré de la boca el temor a base de mordiscos. Me tragaré los suspiros de tu boca de los que emanan las dudas. Te besaré los labios para impedir que pronuncien un adiós. Jugaré con tu lengua, llevándome de ti la soledad. Arañaré tu piel para que olvides el dolor de tiempos pasados y centrarte así en el presente. Acariciaré cada rescoldo de tu piel donde quepa la pena. Haremos poesía cuando nuestros cuerpos choquen empapados en sudor, resbalando por nuestro cuerpo la sangre de las heridas que aún no cicatrizaron. Y me beberé a morro tu amor, tu deseo, tus ganas. Todo tu ser abrazaré para no dejarte ir jamás, solapando nuestras almas hasta el punto en que se conviertan en una sola. Te miraré a los ojos para borrar de tu mirada la tristeza, y lo volveré a hacer cada vez que note la ausencia de una sonrisa en tu angelical rostro. Y así, día y noche, semana a semana, mes a mes, año a año, vida a vida, hasta el último suspiro de nuestros labios... hasta el último soplo de nuestro corazón.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Rechazo a tu persona



Todo el mundo le advirtió, pero ella no quiso escuchar. Prefirió cerrar los ojos ante la realidad para no ver el negro futuro que le pintaba el destino. Se fue asfixiando con su propio ego, ahogando con sus propias lágrimas, matando con su propia soga llamada personalidad… Y así acabó, sola entre un millón de personas, rodeada por nadie, ni siquiera su sombra le daba cobijo ya, pues era tarde. Puso fin a todo lo que un día se le ofreció. Ni el espejo refleja ya su rostro, el cual se cubre con una capa de melancolía cada noche, justo cuando se lamenta de los errores que ha cometido con cada una de las personas que le ofrecían un hombro donde llorar, un cuerpo que abrazar, una mejilla que besar… Lo siente en el alma. Jamás pensó que fuera a ocurrir algo así a pesar de las advertencias. Siempre quisiste seguir siendo tú, demonio orgulloso, esclavo de tus miedos y defectos. Tan inteligente para unas cosas, y tan estúpida para otras. Para esas que son las importantes, las que te hacen ser feliz. La otra inteligencia, dime de qué te está sirviendo. El dolor que te consume no se va cuando resuelves un problema matemático, ni cuando te ponen una matrícula. Dime con quién lo vas a celebrar.  Confiésame la verdad, que todo eso no sirve de nada sin un apoyo, uno al menos, pero ni eso te queda ya. Lo perdiste. Lo has perdido. Lo estás perdiendo…