Con ver una foto tuya me basta para darme cuenta de lo que provocas en mí. Es increíble. ¿Cómo es posible causar tantas emociones con tan poco? Dejas sin preguntas a mis respuestas. Me fascina tu pelo, tu mirada, tu nariz, tu boca, tus brazos, tu cuerpo... tú entero me maravillas. Tan perfecto que asustas.
Cuando te veo, cuando te miro, cuando nuestras miradas se cruzan y se mantienen durante unos instantes, instantes que se hacen eternos pues me pierdo en el marrón de tus ojos, y no me encuentro hasta que el sonido de tu voz sale de tus labios, entonces los observo y allí me vuelvo a perder entre vanos deseos y locas esperanzas, entre preguntas de "¿y si...?", entre ruegos y súplicas, entre la nostalgia y la ilusión de poder rozarlos durante unos segundos tan solo... Entonces sonríes y un haz de luz sale, iluminando mi mirada. Sin aliento, con el aire justo para no desplomarme frente a ti, te devuelvo la sonrisa, ese tipo de sonrisa que confiesa la pureza de un sentimiento, el cual no sabría definir ahora, pero que me encanta sentir. Y así, una y otra vez, desde hace mucho tiempo. ¿Cómo lo haces?. Eres una debilidad para mí, algo a lo que no podría rechazar, independientemente de las circunstancias.
Y, es que, es tan fácil soñar... y tan bonito cuando lo hago contigo, que me resulta tremendamente complicado no hacerlo. Disfruto con tu presencia y eso, a día de hoy, no lo puedo negar. Ojalá algún día... simplemente, ojalá.