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domingo, 24 de agosto de 2014

Sin escapatoria


Sus manos apretando mis brazos, clavándome en la puerta, chistándome para que guardara silencio. El “clac” del cerrojo. Su voz en mi oído: “no tienes escapatoria, así que pórtate bien, no me obligues a ser malo”. Su índice descendiendo por mi frente, guardándome el pelo tras la oreja. La rojez de sus ojos perforando los míos. Mis manos temblando. Las suyas arrancándome el vestido. Mis lágrimas cayendo junto con mi ropa interior. Su saliva mezclada en mi sudor. Su dientes en mi nuca. Su bragueta bajada. Sus embestidas. Mi pelo en su puño. Su gemido. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Las emociones no son abstractas




Dicen que existen conceptos abstractos, invisibles, palabras cuyo significado se deja ver en el aire. Sin embargo, hoy he descubierto la fragilidad de la delgada línea que separa lo abstracto de lo concreto. Por ejemplo, la tristeza se puede ver. Yo la veo cada mañana en mis ojeras. Y me busco en los ojos que se reflejan para coger fuerzas, pero con una mirada tan caída es difícil mantenerse en pie. Ni siquiera el frío del agua que humedece mi cara consigue cambiarme el rostro. También la veo en mi forma de arrastrar los pies por el suelo, en mis hombros vencidos, en mi cabeza baja, en mi sonrisa ausente. La veo en mis pupilas infinitas que buscan sin cesar esperanzas del mañana. En mi mente desolada de pensamientos que grita incertidumbre. En las noches a oscuras que paso en vela, en mis mejores pesadillas, en esta especie de castigo que me impide descansar.  

miércoles, 20 de agosto de 2014

Mi enfermera

Cuando la tristeza me encharcó los pulmones,
descubrí que tus besos eran mejor cura
que la diálisis de la soledad,
así que escapé del hospital Nostalgia
para cubrir la plaza vacante de tu pecho.
Entré enfermo mortal,
pero salí casi recuperado porque,
a pesar de que siguen goteando
lágrimas en mi interior,
tú siempre llevas el paraguas
en el bolsillo de tu existencia.