Dicen
que existen conceptos abstractos, invisibles, palabras cuyo significado se deja
ver en el aire. Sin embargo, hoy he descubierto la fragilidad de la delgada
línea que separa lo abstracto de lo concreto. Por ejemplo, la tristeza se puede
ver. Yo la veo cada mañana en mis ojeras. Y me busco en los ojos que se
reflejan para coger fuerzas, pero con una mirada tan caída es difícil
mantenerse en pie. Ni siquiera el frío del agua que humedece mi cara consigue
cambiarme el rostro. También la veo en mi forma de arrastrar los pies por el
suelo, en mis hombros vencidos, en mi cabeza baja, en mi sonrisa ausente. La veo en mis pupilas infinitas que buscan sin cesar esperanzas del mañana.
En mi mente desolada de pensamientos que grita incertidumbre. En las noches a
oscuras que paso en vela, en mis mejores pesadillas, en esta especie de castigo
que me impide descansar.
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