Debe pensar que soy mudo.
Me gustaría decirle que no,
que tengo voz,
lo que no tengo son palabras
cuando la observo.
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jueves, 16 de abril de 2015
sábado, 11 de abril de 2015
Tipos de llantos
¿Os habéis parado a pensar alguna vez en los matices de nuestros lloros?
Cuando rompes a llorar, con un llanto desconsolado, como gritando a la injusticia y suplicando una explicación. Cuando se te quiebran las piernas y se te desmoronan las fuerzas. Te sientes impotente ante la situación. No sabes cómo arreglar ese destrozo.
Pero... ¿y esas lágrimas que caen por las mejillas en silencio? Cuando rompes a llorar en silencio, cuando implosionas. Cuando tienes el rostro impasible y el único movimiento es ese agua deslizándose por tu rostro. Cuando no reaccionas porque no encuentras ni preguntas, ni motivos, ni quieres respuestas. Tus ojos se empañan de incertidumbre y es la única forma de limpiarse. Lloras, sin más.
Joder, ese llanto de piel para dentro es el más duro, porque no sabes a qué viene ni cómo conseguir que se vaya.
Cuando rompes a llorar, con un llanto desconsolado, como gritando a la injusticia y suplicando una explicación. Cuando se te quiebran las piernas y se te desmoronan las fuerzas. Te sientes impotente ante la situación. No sabes cómo arreglar ese destrozo.
Pero... ¿y esas lágrimas que caen por las mejillas en silencio? Cuando rompes a llorar en silencio, cuando implosionas. Cuando tienes el rostro impasible y el único movimiento es ese agua deslizándose por tu rostro. Cuando no reaccionas porque no encuentras ni preguntas, ni motivos, ni quieres respuestas. Tus ojos se empañan de incertidumbre y es la única forma de limpiarse. Lloras, sin más.
lunes, 6 de abril de 2015
Un golpe de suerte
Fueron demasiadas las
nubes que se calzaron de gris cuando los recuerdos se le enredaban en el pelo.
Pero un día cargaba con todos los traumas cuesta abajo y en un despiste, el
manillar dio un quiebro seco, haciéndola volar por los aires. Cuando abrió los
ojos, unas paredes blancas la rodeaban. Miró extrañada hacia los lados hasta
chocar con la bata del doctor. Varias preguntas después, la dejaron regresar a
casa, esta vez en autobús. Con el paso de los días se iba sintiendo extraña,
así como feliz. Ya no había penas a las que dedicar insomnios, ni
tristeza a la que bañar.
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