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sábado, 14 de abril de 2012

No te lo prometo, pero lo intentaré

 Te quiero


 Nunca fui de esas personas que hacen promesas que no saben si podrán cumplir y como el futuro es incierto, no me gusta prometer ni jurar. Por eso, no te prometo que siempre estaré a tu lado pero te aseguro que lucharé para estarlo. Tampoco te juro que consiga animarte cada vez que lo necesites, pero podremos llorar juntas. No te aseguro que nuestros caminos estén unidos ni que nuestro destino sea estar juntas por siempre, pero haré todo lo posible para que así sea. No te prometo que jamás te olvidaré, quién sabe, a lo mejor algún día pierda la memoria y sea incapaz de recordarte, pero mientras pueda, estarás en mi mente. Quizás las circunstancias te aparten de mi lado, pero removeré mar y tierra por encontrarte y traerte de nuevo. Tal vez, una mañana te levantes sintiéndote como una mierda, pero trataré de llegar hacia ti, sacarte de la cama a la fuerza si es necesario, darte un abrazo y repetirte mil veces todo lo que vales, hasta que se te quede grabado. No te juro quererte tanto como te quiero hoy el día de la mañana, pero mientras estemos juntas, lo haré. No te prometo que vayas a estar siempre feliz, porque te mentiría, pero sí que haré lo posible por sacarte una sonrisa, sea como sea. No puedo prometerte que siempre seremos mejores amigas, pero ten por seguro que mientras vivamos y estemos juntas, lo seremos.

viernes, 13 de abril de 2012

Dame placer

Un beso tímido que lleva a otro más cálido, y ese a otro más pasional, y mi boca se abre mientras deslizas tus labios por mi cuello, susurrándome al oído todo aquello que me gusta escuchar. Tu lengua humedece mi piel y baja curiosa hasta mis pechos, donde se entretiene juguetona. El ritmo de mi corazón se acelera tanto que incluso puedes oírlo. Te quitas la camiseta, y mi cuerpo siente cada vez más... Continúas por mi cintura con pequeños besos hasta llegar al paraíso. Sabes cómo hacerlo, tienes esa práctica y experiencia te hacen único y que, desde el primer momento, me ataron a ti. Juegas, besas, acaricias, muerdes, chupas, profundizas... y mi cuerpo arde de calor, de deseos, de ganas... Mi respiración se acelera. Me dejo llevar. Cierro los ojos y miro hacia arriba. Placer. Mi cuerpo excitado se mueve de forma incontrolable. Tú decides ese movimiento. Lo manejas, lo controlas, lo haces tuyo. Me miras desde abajo y ves mi cara de satisfacción, algo que te excita el doble, y tu mano se mueve más rápido, aguanta, espera paciente, acelera, sprinta... Y un grito resalta en el silencio de la noche. Gemidos que aumentan su frecuencia y su volumen hasta que, segundos después, vuelven a disminuir... Me relajo, y subes besándome de nuevo, hasta el cuello. Te detienes y me miras a los ojos fijamente. Sonríes y me susurras un te quiero en el filo de mis labios y fundes el momento con un placentero beso...


miércoles, 4 de abril de 2012

Cuestión de vicios

Otro sorbo, y otro, y otro, y ya van cinco... como las noches en vela que ha pasado esta semana. Pega los labios a la botella y deja que el alcohol baje por su garganta al mismo ritmo que bajan las lágrimas por sus mejillas... Abre el paquete de tabaco, coge un cigarrillo y enciende una llama, la misma que se apagó cuando él se fue. Mantiene en vilo el pitillo entre sus dedos de la mano izquierda, mientras con la derecha sujeta la botella y da otro trago, intentando que el Whisky borre todo el dolor que la vida no pudo borrarle. Se engaña a sí misma, sabe que lo que está haciendo no está bien, pero le da igual. Está tan cansada que decidió enterrar al angelito que la protegía de los malos vicios. Qué importa, se pregunta mientras se tumba en el suelo con la mirada perdida en el techo. Ya nada importa. Las cosas no van bien y para evadirse recurre a dos vicios que no la harán tanto daño como le hizo otro, el amor, esa maldita droga de la que no ha conseguido desengancharse aún y cada vez es menor la esperanza que la anima a cambiar ese pensamiento. Nadie llena su vacío y eso la preocupa, pues siempre fue una chica curiosa, alegre y observadora que quería quitar los interrogantes que rodeaban su vida y cambiarlos por respuestas contundentes y lógicas, pero esta vez no pudo. No encontró un porqué y eso la mata lentamente... Mira la botella, solo queda un culín de alcohol, migajas como las de su amor, y se lo bebe de golpe, sin miramientos, sin ver el peligro. Otra calada al cigarro y el humo le hace verlo todo más confuso que de costumbre. Una noche es una noche, y yo hoy solo quiero olvidar... Justo en ese momento, abre los ojos y se los restriega haciendo que el rímel se le corra aún más, quiere que desaparezca ese color rojizo de su mirada, desea ser fuerte, intenta ponerse en pie pero sus piernas no reaccionan, están tan paralizadas como aquel día en que escuchó un "ya no te quiero". Se derrumba nuevamente y decide que esta noche no se levantará, se limitará a dormir con la tristeza y a ser arropada por la soledad, mientras piensa que mañana será otro día y que quizás tenga ganas de sonreír, pero ahora no... hoy no.

La perdí


"La perdí" se repetía constantemente mientras se tapaba la cara con sus manos evitando dejar a la vista aquellas lágrimas sinceras y, como él, impregnadas de amor, que se deslizaban por sus mejillas. Le escocían los ojos de tanto restregárselos con el objetivo de borrar la tristeza de su mirada, pero esta aún perduraba en su corazón. Se dejó caer lentamente desde el borde de la cama hasta el suelo, donde se sentó temeroso, abrazando sus rodillas, sintiéndose más pequeño que nunca y recordando lo que vivió a su lado. Se acordaba de esa chica que desde el primer momento le trató de una forma especial, distinta al resto, de esa sonrisa que siempre le tenía preparada sin importar si ella estaba bien o no, lo único que quería era alegrarle la vida a él, de las palabras adecuadas que tenía preparadas para cada momento, esas que eran justo las que él necesitaba escuchar. Y es que ella... ella le entregó su ser durante el tiempo que el destino les permitió. Ella, una chica sencilla y entregada a él, no le quitaba la mirada en ningún momento porque su vida giraba en torno a él, pero el tiempo y las circunstancias hicieron que todo cambiara. Ella seguía con la ilusión en su corazón de que él, por una vez desde que le conocía, diera un paso al frente lleno de coraje y valor y fuera a buscarla, que la prometiera que nunca se iría de su lado y que se dieran una oportunidad. Y mientras pasaban las estaciones, mientras corría el reloj y avanzaba presto el minutero, ese momento no llegaba. Al contrario, todo se iba desvaneciendo y la distancia, poco a poco, acabó con ellos. Desde entonces, él se maldice por no haberse atrevido a luchar por esa persona especial que se lo mereció como ninguna otra, porque aunque lo haya intentado, ninguna otra mujer ha podido hacerle olvidar cada gesto, cada caricia, cada acercamiento, cada conversación, cada mirada, cada razón por la que sonreír. Y se lamenta pensando que ella estará con alguien que la haga todo lo feliz que él no supo, pero, lo que él no sabe es que esa chica del pasado le tiene muy presente. Ella también piensa en él, ella también se acuerda de él, en su mente y en su corazón sigue estando él. Pero como siempre, el tren pasará y ninguno de los dos se atreverá a cogerlo. Porque ellos tienen algo que les separa, la distancia, pero también tienen algo que les une y que es más fuerte, el miedo.