Visitas

jueves, 26 de mayo de 2011

Elegir

Elegir. A simple vista, puede parecer un verbo cualquiera de esos de tercera conjugación que de pequeña te hicieron aprender y que de mayor te obligarán a utilizar. Conmigo lo han intentado, pero yo no soy una persona a la que le guste elegir. Quiero tenerlo todo. Esto, eso, aquello... sin poner condiciones ni reglas. Simplemente, lo quiero. Hay personas las cuales entienden que eso es un símbolo de egoísmo o un gesto de inmadurez. No lo pondré en duda, pero me gustaría darle otro punto de vista. ¿Y si no quiero elegir porque no quiero cerrarme puertas? ¿Y si no me gusta elegir porque no soportaría perder oportunidades? ¿Y si sólo intento buscar y encontrar lo correcto a través de varios caminos?. PREJUICIOS, de nuevo. Seré una persona insegura, inmadura, egoísta... puede ser que sí, al igual que puedo ser una persona cauta, oportunista y planificadora. Nunca se me dio bien eso de ponerme en frente de un camino y decir: ¿izquierda o derecha?. Tampoco me gustó eso de hacer una lista con los pros y contras para tomar una decisión. Quizá el miedo a equivocarme es lo que me hace no arriesgar. A lo mejor sólo busco aquello que más me favorezca, analizando el resto de ofertas que se me ponen sobre la mesa. 




Pero llega ese momento, tarde o temprano, en el que tienes que elegir. Sí o sí. Entonces, me entran las dudas y los nervios. Me empiezo a preocupar. Miro por mi bien. Hacer lo que quiero, hacer lo que es correcto, ir a lo seguro, arriesgar, ganar, perder... Al fin y al cabo, ELEGIR.

lunes, 23 de mayo de 2011

Si alguna vez...

Que se pasee tu imagen por mi cabeza y me ponga a pensar en ti, en mí, en ese pasado que sigue presente, pero que no se convertirá en futuro. Me replanteo si alguna vez, aunque fuera durante milésimas de segundo, existió un nosotros. Desearía saber si te paraste a pensar en mí una noche estrellada, como tantas veces yo hice mientras sonreía como una ilusa al imaginar que nos unía el mismo cielo y que quizás, sólo quizás, en ese momento tú también pensabas en eso. No sé si alguna vez sentiste algo, si te replanteaste la situación, si dudaste sobre lo que pensabas... Ignoro si has pasado una noche en vela donde yo me reflejaba en tus pupilas y me precipitaba por tus mejillas a modo de lágrima... No tengo ni idea de si he aparecido en tus sueños y cuando despertaste, te maldeciste por estar despierto. Son tantas las veces que creí que le confesabas a la almohada cada uno de tus sentimientos por mí... Tantas madrugadas despierta con los ojos fijados en el techo de mi cuarto reflexionando sobre todo y sobre nada a la vez. He despertado demasiadas mañanas con los ojos húmedos y las sábanas mojadas. He maltrado, derrotado y acosado a mi cerebro con mis pensamientos, esos que se contradecían con los sentimientos. Corazón o razón, siempre la misma duda. Las mismas preguntas y las mismas respuestas. Qué hacer, por qué hacerlo, cómo hacerlo, para qué hacerlo... Nunca se me dio bien hacer lo correcto. Tal vez haya tirado mi sueño por la borda. Tal vez he hecho lo que debía. Tal vez me he fiado de lo que dictaba el sentido común. Tal vez me he convertido en eso que siempre critiqué. Tal vez he sido una cobarde por dejar que esto "terminara" así, o a lo mejor he sido valiente por poder dejarlo atrás y volver a tomar las riendas de mi vida. Tal vez esto sean palabras sin sentido, pero son sinceras
Sé que si alguna vez has hecho algo de lo anterior, aunque sea el mínimo acto... me estaré arrepintiendo el resto de mi vida por haber tomado esta decisión. Pero, nunca lo sabré, y creo que éste es un motivo más para darme cuenta de que, a pesar de no ser lo que yo quería, hice lo que debía hacer.




TOMA, ES TUYO. LO FUE DESDE EL PRIMER DÍA Y LO SERÁ HASTA EL ÚLTIMO. CUÍDALO

sábado, 21 de mayo de 2011

Te quiero


Te has convertido en el centro de mi mundo. Toda mi vida gira en torno a ti. Eres como el sol que brilla en días nublados, como la estrella fugaz en noches cerradas, eres como un soplo de aire fresco en los días más calurosos... Simplemente eres mi otra mitad. Cada momento que hemos pasado, cada risa, cada caricia, cada abrazo, cada beso, cada mirada.... es un motivo más para seguir adelante. Si estoy triste, ahí estás para hacerme sonreír. Si tengo la mirada fijada en el suelo, me levantas la barbilla y haces que la centre en tus ojos. No sé cómo lo haces pero te quiero más que a mi propia vida. Contigo iría al fin del mundo. Sólo quiero que me prometas una cosa: pase lo que pase, nunca me olvides porque yo no lo pienso hacer. Gracias por existir.
 

sábado, 14 de mayo de 2011

Un corazón que ha dejado de latir

Una búsqueda inocente que me lleva a encontrar algo que tú me diste. Ese algo que un día fue tuyo y que lleva la marca de tu olor. Me dispongo a leer, palabra por palabra, línea por línea, hoja por hoja... y encuentro un texto con un mensaje oculto, o eso quiero pensar. Llámame retorcida, pero juraría que ese texto habla de nosotros; empiezo a leer: "Todo el mundo sueña despierto y no es algo malo. Sólo hay un problema, cuando olvidas dónde terminan los sueños y el mundo real empieza. No le escribas más, sabes que la relación con él es imposible [...]" de repente, algo se me clava, apuñalándome las entrañas... simultáneamente, comienza un escozor insoportable en mis ojos que acaba con una lágrima sincera que desciende por el rosado de mis mejillas... 

 
"¡Para, deja esto, no leas más!" me grita mi subconsciente intentado protegerme del dolor. No lo consigue, así que continuo leyendo: "...Necesitas encontrar otros intereses y otras personas de tu misma edad con las que hablar. Tus padres no tienen suficiente tiempo para escuchar. Estudia duro y buena suerte para el próximo Junio". Aparece tu imagen en mi mente, y con ella numerosos recuerdos a tu lado; demasiadas casualidades, demasiadas palabras, demasiadas miradas, demasiadas indirectas, demasiadas pistas, demasiadas verdades, demasiados secretos... No puedo. Mi interior se viene abajo y se oscurece. Tu ausencia provoca un vacío dentro de mí imposible de llenar. Me duele. Me quema. Me destruye. Una lágrima tras otra fluyen por el verde de mis ojos, como si de una carrera se tratase. Me siento pequeña, más aún. Entonces, me pongo la mano en el corazón y noto un callado pero acelerado latido que poco a poco comienza a reducir la velocidad, de cuarta a tercera, de tercera a segunda, de segunda a primera... punto muerto. No oigo nada, ni siquiera el latido característico. Sólo soy capaz de escuchar mis propios pensamientos que se contradicen una vez más. Es ahí cuando me planteo la veracidad de una frase que escuché hace tiempo: "no hay nada tan silencioso como un corazón que ha dejado de latir".

martes, 10 de mayo de 2011

Escritura

Cuando necesito hablar, pero tengo los labios sellados. Cuando necesito sentir, pero tengo el corazón entre rejas. Cuando necesito imaginar, pero tengo los pies sobre el suelo. Cuando necesito ser yo... la necesito a ella: la ESCRITURA. Cuántas noches me habré levantado de la cama dando un brinco tan solo porque ella llamaba a mi puerta y venía cogida de la mano de la inspiración. Cuántas lágrimas me habrá hecho derramar y cuántas sonrisas habrá conseguido sacarme. Es tan única, tan valiosa, tan efímera, tan placentera, tan frágil... No todo el mundo la sabe entender, quizá, por eso sea tan especial. Esa sensación que sientes cuando tus pensamientos bajan desde allí arriba, donde se encuentran dispersos y revueltos, recorren tus labios y salen en voz baja en modo de sutiles palabras que buscan la aprobación de tus propios oídos, luego, se deslizan por el pecho, tocando fuerte en el corazón y haciéndolo latir cuando de verdad lo sientes, entonces lo plasmas en un folio en blanco, y tus yemas, cubiertas de energía y vitalidad, comienzan a escribir como si mañana se acabara el mundo, buscando la libertad total que sólo la escritura puede otorgarle al ser humano. Todo esto, puede aún mejorar con la aprobación de los demás. Escribo para mí, vale, pero cuando otra persona siente y entiende lo que intento expresar a través de palabras... es una sensación que no se puede describir. Es ahí justo, cuando realmente me siento realizada. Va por vosotros, lectores.

Escritura se escribe con "e" de Expresión

domingo, 8 de mayo de 2011

Quiero vivir mi vida

Dicen que el dolor interno es peor que el externo, o lo que es lo mismo, el dolor físico es menos doloroso que el emocional. Tienen razón, pero aún es peor cuando el dolor emocional te duele físicamente. La sensación de que te cogen el corazón y te lo estrujan continuamente. ¿Y cuando ese dolor es provocado por un factor o factores externos?. Cuando sientes que la felicidad se te escapa de las manos. No, en realidad no se te escapa... te hacen dejarla ir. La espantan. Quiénes, os preguntaréis. No me gusta hablar de culpables, pero me refiero a que alguien tome decisiones por ti, como por ejemplo, separarte de la persona que amas...Intentan hacer lo mejor por ti, es su forma de protegerte, pero ¿de verdad lo hacen? Quieren que tu vida sea perfecta e indolora, que nunca te caigas para no hacerte daño, que no cometas los mismos errores que ellos cometieron en su pasado... siempre toman como escusa la experiencia que tienen y de la cual tú careces. Ellos eligen por ti y así todo es mejor. No creo. No pueden evitar que vivamos nuestra vida. Si alguien tiene que caerse, levantarse, aprender, llorar, reír, somos nosotros. Es tan injusto que te quiten de tu vida a tu propia vida... la de él que es la tuya. Te pasas los días maldiciéndote y las noches lamentándote. Odio, rabia, rencor, tristeza, melancolía... eso es todo lo que se puede sentir en momentos así. Y esto lo hacen por tu bien. No. A mí no me engañan. Es una excusa barata. Si de verdad les importas, desearán tu felicidad y ésta se encuentra cuando estás a su lado.
Por eso, yo sólo pido que nos dejen vivir nuestra vida como queramos. Que no tomen decisiones por nosotros. Que estén ahí cuando lo necesitemos y que nos apoyen. Que no nos quiten lo que amamos. Que no nos prohiban ser felices. Sólo quiero que me dejen caerme, levantarme y aprender.

sábado, 7 de mayo de 2011

Tu mirada

Me miras con esos ojos redondos y chispeantes, color marrón intenso. Tan intenso que se clava, hondo, muy hondo. Profundo. Una mirada oscura y, a la vez, transparente. Ese tipo de mirada que es difícil de olvidar porque te persigue vayas donde vayas. 
Te observo y tú me miras. Me centro en tus pupilas... están marcadas por el brillo de tus ojos. Un destello de luz único. Intento mirar aún más adentro... Me pierdo. Entonces, tú me sonríes y me encuentro con la mirada fijada en tus labios; gruesos, ni mojados ni secos, tienen el toque de humedad justo, dentadura perfectamente alineada... No puedo apartar la mirada. Te das cuenta. Me sigues mirando. Tu mirada se torna. Da un cambio radical y, ahora, es más misteriosa que nunca. Me atrae, más, sí... todavía más. Soy débil y lo sabes. Juegas con ello. Sonrisa picarona y mirada furtiva. Me encantaría dejar de mirarte, pero no puedo. Tienes un control sobrenatural sobre mí. Te acercas. Juegas. Me controlo. Pienso, recapacito, reflexiono... No me hagas esto... Después de unos segundos de silencio y de miradas cómplices, consigo desviarla al infinito. Echo un vistazo rápido a tu rostro. Ya no me miras.
Esta vez lo he conseguido. He tenido el control de mi cuerpo, de mi instinto y de mi lado más salvaje. He dado calma al revuelo que se había formado en mi interior por ti. No deberíamos hacer esto. No sigas. No lo prohibas... Si lo haces, me retas. Amo los retos. No juegues, no me pongas aprueba, porque la próxima vez no retendré mis impulsos. 
Estás sobre aviso... voy a comerte.