Cuando rompes a llorar, con un llanto desconsolado, como gritando a la injusticia y suplicando una explicación. Cuando se te quiebran las piernas y se te desmoronan las fuerzas. Te sientes impotente ante la situación. No sabes cómo arreglar ese destrozo.
Pero... ¿y esas lágrimas que caen por las mejillas en silencio? Cuando rompes a llorar en silencio, cuando implosionas. Cuando tienes el rostro impasible y el único movimiento es ese agua deslizándose por tu rostro. Cuando no reaccionas porque no encuentras ni preguntas, ni motivos, ni quieres respuestas. Tus ojos se empañan de incertidumbre y es la única forma de limpiarse. Lloras, sin más.
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