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domingo, 12 de enero de 2014

Simulacro de poema


Con Hasél en los cascos y tu ausencia en mi pecho,
mirando al techo,
pensando en ti, abriendo mi herida, extrañándote,
preguntándome por qué, qué hacer con mi vida, si esto es el fin.

El corazón bombeando nostalgias, los labios respirando suspiros,
la mente vomitando recuerdos, los dedos descifrando latidos.
Otra madrugada presa del insomnio,
soñando con soñar bonito, 
pero para ello tu piel necesito, 
y no tiene pinta de que la vaya a tener, 
otro deseo efímero que se añade
a la lista eterna de perdidas oportunidades,
de anhelos del ayer.

Dónde guardar los besos que nunca nos dimos,
las historias que viviendo, no vivimos,
la felicidad que a plazos pagamos,
las risas y las caricias de media noche,
incluso los reproches.
Echaré de menos todo lo que nos hemos dado,
tanto lo bueno como lo malo.

Si te vas, no seas egoísta,
déjame al menos tu soledad para sentirme acompañada,
préstame una arista de los abrazos poliédricos que me regalabas,
no soy demasiado lista, 
pero sí lo suficiente para entender lo que significa perderte,
y con ello, perdernos, y perderme, después...

Un nudo en la garganta me impide decirte esto,
estoy desangrándome por dentro,
y por si fuera poco, 
mi instinto masoquista y este poema loco
me guían a indagar en la cicatriz,
profundizando en la llaga, pues yo no la curo con alcohol etílico
sino con un poema idílico que coloca cual barniz.

Si pudiera volver al principio, esos primeros meses,
a aquellos dos que fuimos, 
a las primeras veces,
a las noches enteras hablando,
y las madrugas con resaca de ti, de tus palabras,
de lo que nos dijimos,
de lo que ya no queda nada,
tan solo mi cuerpo temblando
y mis manos reviviendo en brazos de un teclado
a un corazón afligido, derrotado.

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