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domingo, 5 de junio de 2011

Sigues ahí, clavado...



Pensé que te había dejado al margen de mi vida y que podía continuar sin que tu recuerdo me apuñalase a traición cada anochecer. Creí que algún día podría escuchar tu nombre sin temblar y que al verte no sentiría esas estúpidas mariposas sobrevolando el cielo. Imaginaba que no sonreiría como una idiota cuando tú lo hicieras. Pobre de mí, de mi ilusión y de mis deseos en vano. La realidad es muy diferente...
Una canción, una foto, una palabra, un gesto, una película, un libro, cualquiera de estas cosas es suficiente para darme cuenta de que sigues ahí. Clavado. Te echo de menos y luego me echo en cara todo lo que no debí sentir. No, no debía enamorarme de ti, pero, ¿acaso elegimos de quién nos enamoramos?.

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