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lunes, 20 de junio de 2011

A chance

Fue tu cara de niño bueno, casi angelical, que demostraba una felicidad interna inigualable, tu cabello dorado, tus ojos azul cristalino portadores de tranquilidad, de paz, de sosiego, o quizás fue tu sonrisa deslumbrante cubierta en menor proporción de unos labios finos y marcados, con un ligero toque de humedad, y protectores de una dentadura blanca, pura, limpia, clara, que invitaba a la admiración. Tuvo que ser tu carcajada y el sonido de ésta, más complaciente que cualquiera de las 140.000 risas que pudieran existir en el universo en ese momento. Tú, tu presencia, tu seguridad y confianza... Sería el olor que desprendías por cada poro de tu piel y del cual se impregnaba mi sentido olfativo hasta calarme los huesos.
Todo esto fue el causante de la fijación de mis pupilas en tu ser. TODO lo que tienes te hace mágico y especial, como una especie protegida en peligro de extinción. Solo déjame que te muestre. Déjame enseñarte cómo recorren las mariposas tu laberinto interior. Te enseñaré el juego del escondite con el que disfrutan tus pensamientos. Te haré reír castigándote con mortales cosquillas. Me sumergiré en tus sueños y allí te cuidaré para que cuando despiertes lo hagas con una sonrisa. 
Si supieras que todo esto va a pasar, seguro que no lo desperdiciarías. 

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