Es como si el papel me pidiera que escupiera en él esta
infinitud de sentimientos muertos que reviven cada vez que intento
cambiar de hoja. Y entre los versos del pasado te hallo. Sigues ahí,
mirándome con esa indiferencia diferente tan tuya, tan mía... Te observo distante y pienso que
tú has creado este hueco insaciable. Me robaste la mirada chispeante,
la sonrisa sincera, el estómago agitado, las rodillas temblorosas, el
corazón repleto. Te llevaste mi sueño y me entregaste tu cruda realidad;
nefasto intercambio. Me quitaste lo que era mío y te adueñaste de ello.
Absorbiste la felicidad y me dejaste un vacío de tristeza. Otra vez
hecha pedazos. Recayendo en el error que jamás cometí. Estoy intentando
contarte lo que siento pero es difícil si practicas equilibrismo por mis
cuerdas vocales y te lanzas al abismo de mi voz esa que, muda, trata de
llamarte pero no puede si me asfixias la puta garganta. Tu ausencia no
me llena, pero tu presencia me vacía. ¿Qué hacer? Me conformo con
barnizar estas frases con tu aroma prohibido para que huelan a lo que siempre pudo ser pero que nunca ha sido.
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