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martes, 26 de abril de 2011

Los recuerdos

Un silencio devastador se apodera de ella. Se siente incómoda, preocupada, molesta... sabe que algo va a ocurrir. Más silencio... Y es que, éste es tan grande que hace ruido. Ruido que se traspasa a su mente. De repente, la bombardean, en modo de imágenes, los recuerdos. La primera vez que le vio. La primera sonrisa pícara. La primera conversación. La primera mirada cómplice. El primer suspiro por él. Su primera foto juntos... Y así, sin pausa pero sin prisa, van llegando a su subconsciente... Sin piedad, entran y salen sin pedir permiso, y lo revuelven todo. Así son los recuerdos, fieles y traicioneros. Dulces y amargos. Felices y tristes. Piensa que todo ha terminado... siente esa sensación de alivio, pero algo le hace sentir un escalofrío que recorre su cuerpo de pies a cabeza. Coge aire. Un poco más, respiración profunda y sosegada… Respira tan hondo que percibe una fragancia. ¡No! ¡Es la fragancia de él!. Entonces, sin más reparo, se levanta y sale veloz del cuarto, corre lejos, quiere escapar pero su olor la rodea, la acosa, la persigue… Ella intenta huir aunque no puede. Es demasiado tarde. Ha quedado impregnada de su olor. Se apoya contra la pared y se desliza, dejándose caer al suelo. Piernas encogidas y dobladas, brazos apoyados sobre éstas, y cabeza sobre estos últimos. Es débil, o quizás, los recuerdos son demasiado fuertes. 



 
Unos minutos de paz. Otra vez ese silencio… levanta la cabeza, mira al frente con ojos llorosos y las mejillas húmedas. Se intenta levantar pero no tiene fuerza. Ha sufrido un gran desgaste al intentar enfrentarse a todo ello, pero ¿de qué ha servido?. Todos sabemos que por más que intentes alejarte de tus recuerdos, no puedes. Porque los recuerdos, son como los virus, se meten  dentro del sujeto al que quieren destruir y lo hacen desde el interior, lenta y sigilosamente… hasta que te das cuenta de que estás infectado, entonces… Entonces ya no puedes hacer nada, tan solo esperar a que alguien lo cure.

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