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viernes, 12 de junio de 2015

Deseos

¿Qué cojones ha pasado? Hace unos minutos estaba con las bragas bajadas y los dedos mojados y ahora es el alma quien llora y la autoestima quien anda por los suelos.

Es increíble cómo puede desarmarnos vernos caminando por la cuerda floja con la sensación de que son los fantasmas del pasado los que nos soplan para que caigamos al abismo de la inseguridad. Agota vivir con miedo constante a ser traicionada. Pero, joder, cómo duele la hostia del desamor... No soy de piedra.

Puede parecer trágico, pero en momentos así, donde soy víctima de un pensamiento como éste, me imagino follando sobre otro cuerpo, teniendo sexo duro, donde un tío del pasado por el que he sentido algo más que un cosquilleo en la entrepierna, me somete y adopto, por primera vez, el papel de sumisa, como si sentirme humillada fuera la solución a la vergüenza que me rodea. Arrodillarme, chupar hasta el fondo, prestar mi culo, ser azotada, ser insultada, que me hagan suplicar cuánto deseo su polla clavada en mi pena.

Y aún así, la imagen siempre acaba con unos ojos tristes y otra derrota sobre la espalda. Pero para cuando termino de imaginarlo, la rabia se ha enfriado lo suficiente como para encender la razón y saber que eso no serviría de nada. Así que cojo un folio en blanco y me desahogo, como lo haría otro sobre mi cintura.

Hay miedos que tenemos que pasar solos porque vengarnos solo nos conduce a cavar más hondo en nuestra propia tumba. Intentemos aprender de los errores, aunque nunca lo consigamos.

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