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sábado, 1 de noviembre de 2014

Las lentes de la tristeza



No sé hasta qué punto es bueno
ver la vida con las lentes de la tristeza.
No me considero alguien triste,
pero me dan pena demasiadas cosas,
que no me hacen llorar sino
ir llenando los bolsillos de la ilusión
con decepciones y lamentos
por lo que, al final,
cuesta tanto caminar
por los senderos de la esperanza
con la chaqueta del desencanto,
que me quedo en la acera saludando
a distancia, al porvenir.
Es cierto que describir la belleza alegre
me es tan complicado
como mirarte sin sonreír,
quizá porque no le veo el atractivo
a las cosas buenas que suceden porque sí
y, sin embargo,
me parece esencial embellecer aquello
que nos hace la vida gris.
Tal vez, mi suerte sea
la de pintar con tinta rosa
el cielo de la existencia
y colorear los traumas
sin salirme de la línea,
aunque me resulte inevitable hacerlo
sin desteñir actitudes
con las que otros se llenan
pero que, a mí, tan sólo me vacían. 


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