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jueves, 11 de septiembre de 2014

Un hombre solitario



Ésta es la historia de alguien que lo dejó todo para hacer su vida en el mar. Un hombre que, harto de la sociedad y sus absurdas costumbres, decidió cambiar el ruido de la urbe por el de las olas del océano y las personas por peces. Como decía Robin Williams: "Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo". Así, un lunes, que es el día oficial del comienzo de los propósitos, cogió la mochila y se largó, dejando atrás a una mujer inconformista y a un hijo pasota. Estaba cansado de contar con los dedos de una mano las ilusiones que tenía puestas en aquel proyecto familiar, carente de cualquier motivación ajena a la suya. Y se fue, sintiéndose un ser horrible incapaz de enfrentarse a sus temores y amoldarse a las pautas que dictaba la mayoría. Algunos dirían que era el típico viejo amargado que exteriorizaba en los demás los problemas que tenía consigo mismo. Quién sabe. El caso es que, como todos, buscaba lo mejor para él. Algunos hayan la felicidad en un audi, en unas cañas con los amigos, en un vestido chic, en un amante, en una madre... A él no le quedaba nada de eso, así que reunió las migajas que la vida le había dado hasta el momento y las usó de cimiento para el futuro. 

Desde entonces se le ve deambulando por la orilla, alejado de la playa donde acuden turistas. Se pasea con unos trapos viejos y una barba larga, mostrando sin pudor las canas que la experiencia le ha concedido. Alguna cerveza y algún besugo acompañan su día a día. Sin más que ofrecer a la naturaleza que una mente en armonía, cuya alma danza al compás que dictan las hojas de los árboles. La brisa marina le trae aire a libertad pura, contraria a la que ofrecen las leyes. Allí no es nadie, no hay ni fechas, ni nombres, ni lugares de nacimiento. Allí es él, tan sólo un tipo al margen de todo, menos de sí mismo.

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