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viernes, 18 de noviembre de 2011

La mayor droga

Tú, que vienes hacia mí como un chiquillo, con esa energía inagotable, esa adrenalina, esa ignorancia, esa timidez y esa alegría. Tú, que me haces sentir viva. Tú, que te metes dentro de mí y lo desordenas todo a tu gusto. Tú, que no ves el peligro, que te maravillas con cualquier gesto o mirada. Tú, que rompes barreras y saltas normas. Tú, que vives al máximo, que disfrutas, que te asombras al ver tu propia belleza. Tú, que no envidias a ningún otro, pues eres el más bonito de sentir. Tú, frágil arma de doble filo. Tú, que en tus días de felicidad pones nubarrones hasta ocultar el sol. Tú, que todo lo dañas y todo lo arreglas. Tú, tan arriesgado y tan seguro. Tú, el mejor cuando eres correspondido, y tú el peor, una vez que ya no lo eres. Tú, que me has hecho vibrar y a la vez, me has hecho sentirme impasible. Tú, que me has dado un motivo por el que luchar y me has quitado otro por el que vivir. Tú, que me has pintado sonrisas en los labios y lágrimas en los ojos. Tú, que me has puesto un sueño al alcance de la mano para después, arrebatármelo sin piedad. Tú, que sacaste lo mejor de mí, pero también lo peor. Tú, que conseguiste volverme inmune. Tú, que me hiciste llorar hasta altas horas de madrugada. Tú, que me robaste las ganas de lenvantarme de la cama. Tú, que cubriste mi fiel sonrisa. Tú, que llegaste a ser inexistente para mí. Tú, que me enseñaste que no se puede tener todo lo que se desea. Tú, que me devolviste a la realidad y me hiciste saber la verdad. Tú, la mayor droga de todas. Tú, AMOR.

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